jueves, 1 de mayo de 2008

El melodrama de la semana

Eran las ocho de la mañana y el sol ya se hacía sentir. En realidad llegué al Salvador del Mundo por un trabajo de Periodismo. Debo confesar que de no haber sido así, nunca se me hubiese pasado por la cabeza ser partícipe de una marcha de tal magnitud.Pancartas, asociaciones y vehículos con megáfonos se hacían notar. Entre canciones de los Guaraguao y Mejía Godoy empecé a observar a todas aquellas personas que llegaban a conmemorar el "día del trabajo".
El día del trabajo, o mejor dicho "el día de los trabajadores" es una oportunidad perfecta para hacer notar demandas ya sea laborales o de la realidad en general. No a la privatización del agua, al alto costo de la vida y lo caro de la educación eran algunas de las demandas que se hacían notar. Tuve la oportunidad, incluso de hablar con un dirigente de una asociación indígena exigiendo sus derechos.
Lo curioso de todo esto, es que en los medios de comunicación del país los titulares varían entre dos opciones íntimanente relacionadas :"El día del trabajo celebrado sin disturbios" o "Disturbios en el día del trabajo". Creo que este día está tan lleno de significado como para reducir los acontecimientos de este día a si hubo o no problemas con los manifestantes. Cabe señalar que ante esto, hay un carácter ideológico político que hacen resaltan la visión maniqueísta de la realidad nacional. "Si sos del Frente, entonces irás a la marcha", "si no, te limitarás a observarla desde las noticias". Otra vez, el carácter de identidad sale a relucir en eventos de este tipo.
Caminamos desde El Salvador del Mundo hasta el parque cuscatlán y luego nos desviamos por el hospital Oncológico para llegar a la Alameda Juan Pablo. En el momento en que pasamos por el Palacio de los Deportes empecé a invocar a cuanto santo me acordaba y mis pies ya reclamaban un descanso. Pero mi orgullo de atleta me impidió quejarme. Hasta este punto había escuchado muchas exigencias, además del carácter humorístico propio de quienes prefieren reírse de lo negativo, que amargarse ante lo mismo: "Tony Saca es una paleta de tres sabores piña, mamón y tamarindo". (¡Vaya imaginación!).
Hasta que llegamos a Catedral. En este punto (que era alrededor del mediodía) las voces de mi familia empezaron a salir de mi archivo mental "¡tené cuidado!". Incluso oía el sonido típico de las películas de terror, al estilo de Hollywood (taran, taran.... taran taran). Hice algunas entrevistas haciendo todo un esquema mental propio de James Bond, un croquis alternativo por donde salir corriendo en caso de un bombardeo. Lo estoy poniendo muy dramático, pero así lo sentí.
Luego, pasó todo tranquilo y pensé que tal vez, este miedo infundido se lo debía a esa polarización de la información o tal vez, porque en el tiempo en que mi padre marchó era el apogeo de la guerra.
No me arrepiento de haber ido, porque me di cuenta que más allá de todos los prejuicios que se tienen acerca de este tipo de eventos, son necesarios. La tan mencionada "libertad de expresión" se hace valer en situaciones como esta. Ya que la misma, sirve en la mayoría de los casos a los empresarios que tergiversan o compran la información. A falta de expresarse por los mismos medios, se expresan en marchas como esta.
La insolada del día ha causado que mi color de piel sea diferente al de ayer y he tomado casi tres litros de agua. Más allá de mis pies hinchados y mi melodrama, estoy satisfecha; porque de una u otra manera las personas se están haciendo sentir. Hay maneras de expresarse, aunque todos los pronósticos estén en contra.

1 comentario:

Roxana Martel dijo...

Gracias por compartirnos tu crónica. Este también es un ejercicio de ciudadanía. Nos has hecho estar allí y "acuerpar" esas demandas.

Nos seguimos leyendo!