En este sentido, como otras tantas veces, me dije a mí misma: "nada es tan ingenuo como uno lo cree". Los mensajes comunicativos no se escapan de ello. Y es que todo está perfectamente calculado, como si se tratase de la fórmula para formar un componente químico. Una dosis de intención y otra tanta de creatividad... y ¡listo! tu mensaje comunicativo dirá lo que tenga que decir. Tienes que cuidar el color que usas, el más llamativo. La tipografía también y todo ese mundo simbológico para formar una sola producción.
Creo que en este mundo globalizado en donde se busca salir de esa homogenización (impuesta por el mismo fenómeno), el impulso para diferenciarse es la competitividad. El otro día me comentaba una amiga que el ambiente dentro de "Mónica Herrera", escuela de comunicaciones, era bastante difícil. Pero es que la comunicación supone la competitividad. Cada vez más con las tecnologías y la creciente apertura de propuestas nuevas en donde se ofrecen nuevas propuestas con una nueva experiencia, se vuelve más difícil quedarse esperando que la vida nos regale oportunidades. Hay que agarrarlas con creatividad, sino... te quedas afuera (y quedarse afuera supone el "fracaso" dentro del concepto de éxito).
La verdad es que por más miedo que tenga y por más grande que sea mi sueño. Creo que tengo lo necesario para enfrentarme al mundo laboral comunicativo. Vendrán tempestades y personas que me harán sentir que no puedo. Eso no importa porque nadie podrá robar mi disco duro (que por cierto tiene un bloqueo con todo y contraseña) tampoco mis utopías que las tengo en un cajón enterradas en la arena de mi playa favorita...