viernes, 26 de septiembre de 2008

a Sagatara

Cuando dices te amo
Marcas cada parte de mi piel
Con escalofríos que inspiran mi alma
Y alientan mi suspirar.

Los pliegues perfectos
De la comisura de tu corazón
Forman en conjunto
La razón de mi inspiración.

Y así como si nada
Vienes
Y es como si trajeras contigo
Mis días venideros

lunes, 15 de septiembre de 2008

Confesiones de última hora

Existe una cosa que nunca he dicho a alguien. Una tan sola cosa que no había compartido nunca. Tal vez porque muchas veces dudé de esa promesa.

De pequeña solía imaginarme jugando con el vaivén de las olas. siempre me ha encantado el mar y un día platicando con él le hice prometer que me guardara el secreto. Lo escribí y se lo di en una botella verde. Cada vez que iba le preguntaba por la promesa y con una sonrisa me despedía.

Luego, hace once meses me juré a mi misma nunca más creer en la vida y dedicarme al saber. "La dama del saber". Eso suponía olvidarme para siempre de la botella y detestar el mar por el simple hecho de recordarme la ingenuidad que en ese tiempo creía tener.
No fue hasta unos meses que comprendí que precisamente Dios estaba en el mar. Entonces decidí destapar la botella que con el vaivén de las olas había guardado en mi corazón y me dispuse a leerlo. Sentada en la arena, lloré al destapar la botella. Tenía vario tiempo guardad y se había desgastado por las lágrimas pasadas.
"prometo cuando encuentre el amor de mi vida presentártelo para que seas tú el testigo de la inmensidad, misma que tú representas, del amor que le guardaré a esa persona cada día, por siempre".
Luego de reprocharme mis reproches, me dispuse a recolectar caracoles de la mano con mi alma gemela. Lo hice tranquila. Pues ayer mismo el mar, con su misterio, me dijo "has cumplido tu promesa". Y siguió jugando con las gaviotas.