sábado, 26 de abril de 2008

Vino el monstruo y le nombraron Modernización


El otro día me encontré con una de esas entrevistas que son comunes en esta “tormenta” económica que se ha asomado. En ella, abordaron temas como el petróleo y la canasta básica. ¡Vaya!, pensé, estamos realmente fregados con J mayúscula. Luego, en una charla de la universidad, y en materias como Análisis de los hechos contemporáneos y Comucación Organizacional que abordamos temas relacionados al asunto, me di cuenta de que esto va más allá del petróleo.

Por un lado, me remito un poco a uno de los autores más prejuiciados de nuestro tiempo, no tanto por su carácter histórico, mas bien, por su deformación ideológica. Abordaré el carácter procesual de un hecho histórico. Para Marx, desde el punto de vista científico, no hay que verse un hecho aislado. Recordemos que un acontecimiento no es sino la consecuencia de un pasado. Así mismo lo será el presente del futuro. Es por ello, que el carácter procesual de la historia va interrelacionado.

Explicado un poco esto, me remito al carácter económico. Muchos nos quejamos del sistema (yo no soy la excepción). “El capitalismo nos aliena”. “Tal vez no se da una opresión como la autoritarismo militar, pero ciertamente se da una opresión económica”. Sí, es cierto; pero, a la vez es cierto que el Sistema nos arrastra. Nos damos cuenta que, así como lo planteaba Hegel, no es que seamos sujetos de la historia; El proceso lo es. ¿Cómo salir de un modelo en el que estamos tan impregnados aún inconscientemente
?


Recordemos que, en Centro América se dieron fases diferentes de consolidación económica. En un primer momento, con la integración al mercado mundial mediante la exportación de la materia prima, se dieron diversos tipos de medidas. En Costa Rica, se les dio prioridad a los pequeños propietarios. En Guatemala, en cambio, era un trabajo obligatorio. Los obreros trabajaban las tierras y se les obligaba a mantener el café como principal producto. El Salvador, fue en cambio el pionero de la institucionalización del trabajo remunerado. Este primer momento económico establece ya una gran diferencia entre Costa Rica y los demás países centroamericanos.


Un segundo momento está caracterizado por el momento de modernización, que aún tiene vigencia en nuestros tiempos. Me acuerdo que cuando tenía como doce años y me decían “¡puya, que moderno eso!” yo asentía con la cabeza, pero en el fondo no tenía idea de que era lo “moderno”. Es hasta hoy que consolido mi concepto, por lo menos lo referido a lo económico.


Lo moderno es un ideal que se empezó presentar en El Salvador en los años 50s. El concepto “ciudad” se concreta acá. De esta manera, mucha migración campo-ciudad tuvo lugar en esta época. EL campo era considerado como un obstáculo para lograr la modernidad, mientras que la ciudad representaba la esencia del mismo concepto. Es en este periodo que se empiezan a dar los salarios bajos y no hay empleo permanente. Claro, es desde este periodo que se empieza a crear la idea de bajos salarios, bajos costos y mayor producción. Así mismo, la inestabilidad del trabajo no es algo novedoso.


El problema con el proceso de modernización (que es la concretización del ideal de modernidad) es que no van a la de la mano. La práctica se aceleró mucho más que el concepto. Observamos pues un Multiplaza o una La Gran Vía a unos pocos metros de una comunidad marginal. ¿Irónico? Claro, sobre todo porque es precisamente a los Empresarios políticos que les interesa más crear centros de consumo que estabilidad económica.


El Presidente de la República se jacta de que somos uno de los países más modernizados. Es entendible, porque tenemos una maravilla de centro comercial parecido a los de Miami. ¡Es todo un logro completo! Así, muchos de nosotros tenemos la oportunidad de ir a “vitrinear” porque sabemos que ropa de esa marca, con ese precio no la podremos tener tan fácilmente. Vamos a hacernos los bobos y a jugar que algún día alcanzaremos todos esos productos. Eso lo hacemos muchos, pero y ¿qué tal para aquellas personas que ni siquiera tienen el tiempo de sentirse en Miami porque están tan preocupados por conseguir la comida del día? Un punto muy interesante que don Modernización no ha tomado en cuenta.


Lo cierto es que el Sistema nos ha arrastrado. El capitalismo nos ha amoldado de tal manera que nos centremos en “consumir”. De esto no se salva ni el más revolucionario de nuestra época. A pesar de esto, todavía sigo soñando con que haya un cambio tal vez no de sistema, sino de comportamientos para por lo menos tratar de reducir la tan marcada desigualdad social y no ser tan cínicos como los diputados del País al subirse el sueldo y renegar por subirle al salario mínimo (que por cierto con el 10% que le pretenden subir, se irán con el aumento del pasaje al transporte público, que de público tiene solo el nombre).


Nosotros, por nuestra parte podríamos empezar a cambiarlo aunque sea un poco. Tal vez si somos un poco más democráticos en nuestra vida diaria. No copiar en los parciales o no tratar de imponer una opinión sobre otra. Podríamos empezar por algo tan mínimo como darle el asiento a ancianos y embarazadas (aunque se escuche ortodoxo). En fin, muchas cosas podemos hacer desde cada uno de nosotros.


Mientras tanto, sigo soñando con un futuro mejor que este presente, para que no estemos tan fregados con J mayúscula…

viernes, 18 de abril de 2008

Mejor, sigo disfrutando...


Ayer, como todas las tardes me alisté ansiosa para ir a nadar poli. Ese día empezaba la “Copa Gatorade” que por cierto, me asusta un poco porque tendré que competir. Han venido nadadores desde Nicaragua, Costa Rica, Honduras y Guatemala. Debo decir que tenía mucho tiempo de no encontrarme en situaciones como esa, o por lo menos no de sentarme a pensar en las actitudes que los jóvenes (menores de 20 años, y sé exactamente ese dato porque muy a pesar mío se puede decir que soy una de las nadadoras de mayor edad) tenían a la hora de encontrarse entre sí. Resaltaré elementos que, vistos en clase, los podré aplicar al caso.

El uso de la tecnología sale a relucir. En mis épocas de infancia. Cuando tenía doce años y asistía a este tipo de competencias, era usual el traje típico de natación. Nadie se andaba preocupando por conseguir de otro tipo. Ahora, al contrario, y gracias a las Grandes competencias en donde figuras como Ian Thorpe de Australia o Michael Phelps, de Estados Unidos, usan las “fast skin”, se ha hecho moda tener un traje de este tipo (que por cierto es realmente sofocante por lo apretado que queda).



Lo cierto es que este tipo de tecnología ayuda a bajar los tiempos, de eso no tengo la menor duda. El problema está que el acceso a un traje como el ''LZR bodysuit'' de Speedo, que es lo último en tecnología hidrodinámica, cuesta 470 euros. ¡Estamos hablando de aproximadamente 840 dólares!¡pero si yo no gasto más de $50 en un traje de baño! Supongo que prefiero lo antiguo, pero esa soy solo yo.
El problema con ello es que hay gente que tiene la estabilidad económica como para comprarla, pero ¿y los que no? Esto supone una desventaja entre los que usan elementos tecnológicos de vanguardia y los que como yo, prefieren lo antiguo. Es necesario mencionar, al respecto, la polémica que precisamente Speedo ha realizado con respecto a este traje de baño. En el mundial de Manchester se rompieron 11 récords mundiales, cosa que no había ocurrido antes. Una de dos: o ayudó mucho la fast skin o realmente el entreno ha funcionado. Le daré el beneficio de la duda. De cualquier manera, la desigualdad se hace notar porque de no ayudar a bajar los tiempos, no se siguieran usando este tipo de traje de baño.

Por otra parte, competencias como estas hacen que la piscina se cargue de significado. Veo que, sobre todo las nadadoras, se visten para ser vistas: el pelo planchado, con faldas, camisas pegadas, etc. Se visten como si fueran a salir a algún lugar. (verifíquese bien el “se” porque no me incluyo a ese grupo; Muy al contrario mi estilo es relajado). El estar ya sea en el poli o en el polvorín, en este caso con la “Copa Gatorade” está cargado de significado. Ya de por sí, decir “competiré” es una especie de afirmar que “socializaré” y lo haré con personas extranjeras. Creo que en todos los países pasa lo mismo.

Con respecto a esto de la Globalización, el hecho de sentirse identificado con un grupo para diferenciarse de los demás es un factor fundamental. Creo que las únicas veces que veo unidos a los nadadores nacionales es en las competencias internacionales. Dentro de un mismo territorio se marca la diferencia entre “vos nadás en el polideportivo” y “yo nado en el polvorín”. Se marca un límite.

Mientras que en casos como la “Copa Gatorade” es “soy salvadoreño, aunque no me caigan bien los del poli o los del polvorín y vos… sos de otro país”; otra vez, se marca un límite.
Sea como sea, hasta en los deportes se observa cómo afecta el fenómeno de la globalización. Ya sea que se use o no una fast skin, supone una desventaja con el contrincante.

Yo mejor me dedico a sentir el agua y a disfrutar el nerviosismo de la competencia de mañana. Después de todo, estos son mis últimos años en el mundo de la natación.









viernes, 11 de abril de 2008

"La mera mengambreya"

A diario nos vemos rodeados por mensajes que nos hacen pensar en una identidad colectiva. ¿Qué nos define cómo salvadoreños? Ciertamente se sabe más lo que no se quiere, que lo que se quiere. Nos formamos una idea de lo que somos tratando de negar lo que no somos, lo que no queremos ser o lo que no debemos ser.Nos hemos formado una idea del salvadoreño: trabajador, entusiasta y comedor de pupusas.

En más de algua ocasión he escuhado "no seas indio" o "pobre indio (india)" como parte del repertorio de ofensas. Debo aceptarlo, yo también lo he dicho. Es irónico haberlo mencionado por la misma incoherencia de la frase. Sería similar a decirle a mi hermano: ve y dile a tu mamá, cuando es la misma mía. Al final de cuentas todos tenemos algo de indígena.


Ahora, llegó a la Universidad Mario Mata y se centró en el aspecto del indígena como parte de la identidad (o no parte de la misma). El Salvador ha pasado por momentos sumamente difíciles y a mi parecer, 1932 es clave para comprender el asunto identidad indígena salvadoreña. Recordemos que como parte de la Represión Estatal muchas personas murieron y lo que es peor aún sus costumbres, tradiciones e identidad murieron también. El simple hecho de estar vestido o tener rasgos indígenas era un crimen. A partir de ello desaparecieron muchos factores propios de las raices salvadoreñas.

En nuestros tiempos, como mencioné anteriormente se ha formado una idea del ser salvadoreño. A partir de ello me baso en un video que vi hace poco en youtube (ver al final). Unos jóvenes de la Matías, decidieron hacer un proyecto valiéndose de la ironía y llegando al punto de burlarse y poner en ridículo al campesino. El video se llama "cinco indios en el aeropuerto". En él resaltan elementos como el hablado y los patrones conductuales propios de quien viaja al extranjero: llevar queso y comprar pollo campero.

Más allá de ser de mal gusto, resalta todos aquellos valores, que tenemos casi inconscientemente y que conforman la idea del indio (utilizado como sinónimo de campesino) y la identidad salvadoreña. En el fondo, el imaginario colectivo está reducido a las pupusas, el pollo campero, las cumbias, etc.


Cabe destacar que esta identidad margina, como siempre se ha hecho, al indígena. El burlarse de todos aquellos elementos de lo que significa para la sociedad ser "indio" es una manera implícita de decir "sabemos que no queremos ser indígenas", porque aceptarlo sería negarse a la unverzalizacion que supone la globalización. Creo que necesitamos analizar la situación y construir una identidad en la cual todos nos sintamos parte de ella. Porque el rostro carácterístico o el color de piel no lo podemos cambiar, aunque nos vistamos como occidentales y hasta nos pintemos el pelo para parecer britney spears. Ya lo dijo Jorge Villamízar "Así van tantos años, así tanta mediocridad, haciendo nuestras vidas al modelo confundido de una Europa que aquí nunca pudo ser".

Rescatar nuestras raices no estaría del todo mal, tal vez al reconocer nuestra sangre indígena nos unamos más como salvadoreños y dejemos de lado a las benditas pupusas para sentirnos guanacos.
Al final de cuentas, el salvadoreño que no tenga sangre indígena que tire la primera piedra....


viernes, 4 de abril de 2008

Los tiempos han cambiado

Hoy como la mayoría de las noches, me senté frente a la computadora con ánimos de “conectarme” y hablar con mis amigos de Panamá y Colombia. Claro, luego de revisar mi hi5 porque tenía un nuevo comentario en mi perfil. Todo parecía ser parte de mi rutina diaria hasta que una pequeña lucecita encendió mi cerebro y me ordenó analizar el mundo actual.

Todo empezó porque mientras revisaba mi correo, mi madre se sentó a ver las fotos que mi abuela guardaba en el baúl de los recuerdos. “Los tiempos han cambiado”, me dijo y de pronto recordé que es esa la frase que antepone a una larga letanía de recuerdos. Tu papá, prosiguió, mandaba a celestinos para cuando queríamos vernos y miráte vos, a puros mensajes del celular te ponés de acuerdo con el susodicho para irte a vagar.

Claro que en un principio pensé que tal vez estaba exagerando mucho con eso de los tiempos pasan. Pero luego, analicé que sí, tiene razón: El mundo ha cambiado.
Y es que con el fenómeno de la tan mencionada globalización parece ser que la tecnología ocupa un lugar importante en la vida cotidiana. Esto fácilmente lo podemos observar a diario. Hasta el más pobre de los salvadoreños tiene un celular, ¡y no cualquier celular! Parece ser que quien tiene el mejor celular con cámara, agenda, calculadora, lámpara y reproductor de mp3 es quien más adaptado está en la actualidad. ¡Y qué hablar de los reproductores de música! Todavía recuerdo hace unos cuantos años cómo mi hermano ahorró por mucho tiempo para comprarse un discman.

Todavía tengo mi primer walkman. Aún recuerdo cómo hablaba a las emisoras para grabar las canciones (claro que muchas veces grababa parte de la publicidad del momento), pero no importaba porque tenía la canción que quería. Hoy tener un mp3 es la manera más factible de escuchar la música que a uno le plazca. Más fácil aún es tener la canción que uno quiera (completa y sin publicidad)... en cinco minutos, y ¡listo!

Hace un par de años, mi diversión del momento era ahorrar todos los días para que el fin de semana pudiera ir a un cibercafé a chatear con mis amigos. Brinqué de la felicidad cuando mi hermano se hizo cargo de los gastos y puso el internet en mi casa. Al principio, debo confesarlo, era una enorme emoción el simple hecho de estar en el Messenger. Luego, lo adoré aún más cuando por situaciones especiales no hallaba información en la biblioteca y recurría al internet. Claro que, una de las desventajas que veo de todo ello es el anonimato de la información. En muy pocos casos hay autoría de las notas o páginas. A mi opinión, prefiero mil veces ir a la biblioteca que confiar en lo que hallo en internet.

Hasta este punto mi mente había viajado mucho, pero el sonido de mi celular me devolvió a mi casa. Creo que por más de veinte minutos no escuché lo que mi madre decía. Me enseñó una foto de ella cuando era novia de mi papá y con una sonrisa le dije: “mami, tiene razón. Los tiempos han cambiado”.

Me pregunto cómo será en el futuro…