miércoles, 13 de agosto de 2008

Para variar un poco

Nunca me he considerado una buena poeta. Sobre todo porque siempre tengo en mi mente los versos de Benedetti y Neruda. Aunque supongo que de intento a intento se logrará algo. Cabe mencionar que los dos poemas están cargados de emociones contrarias, pero con raíces similares.
El amor tan cargado de pasiones, puede ser un dulce soñar o una impresión no muy agradable.
Acá están mis intentos de poemas, amor.
  • Fórmula

    En una noche de luna llena,
    No pude evitar entablar conversación con el Destino.
    Entre charlas filosóficas y preguntas capciosas
    Le imploré curiosa, que me diera el secreto de nuestro Amor.

    Al instante fijó sus ojos en mí,
    Abrió sus alas inquebrantables como el viento
    Y se rascó la cabeza.

    Verás, me dijo.
    Hay toda una serie de implicaciones
    Cuando te dejas llevar por el mar de la vida.
    Puedo decir, por ejemplo, que ya sabía de antemano
    Este encuentro
    Y que encuentro en tu mirada
    Un brillo especial.
    Ese que da solamente el Amor verdadero.

    Sin más rodeos te responderé:
    Agregué diez años de espera,
    Miles de miradas furtivas
    Unas cuantas lágrimas de amores frustrados,
    Decenas de litros de agua,
    Infinidad de besos,
    Risas por montones,
    Dos tangos de Gardel,
    Toda la discografía de Arjona,
    Un solo corazón,
    Y dos almas gemelas.

    Al mezclar todo ello, me asombré –me afirmó-
    Pues en mi vida había hecho combinación tan perfecta.
    Es por ello que decidí,
    Ponérsela difícil
    Y dejarlos esperar.

    En ese instante lo abracé
    Como abracé aquel miércoles bendito
    Y dulcemente le dije
    Lo amo más que a mi vida,
    Más que a mis sueños,
    Más que a la luna llena,
    Y más que al agua,
    Con mi inspiración enamorada
    Y las palabras ilusionadas,
    puedo decir:
    Valió la pena.
  • Escena

    El monstruo del pasado
    En la sala de la casa
    No es precisamente la escena más acogedora
    Sobre todo para un corazón enamorado.
    Pero no hay cosa peor
    Que los intentos del mismo
    De ejercitar sus ínfulas de un “lo veo todo en tus ojos”.

    Claro, se me olvida lo obstinado
    Que se puede volver el despecho,
    Sobre todo cuando se quita el sombrero.

    Más de alguna vez
    Me pregunté si el enojo sería conmigo misma
    O con el monstruo en sí.

    Nunca tuve la respuesta,
    Pues nunca me vi envuelta en situación de tal calibre.
    Hasta hoy,
    Comprendo que es “mitad falta de sesos
    Y mitad inseguridad”.
    Por supuesto,
    El enojo sería entonces con uno mismo.

    ¡Ah, pero que agrio sabor!
    ¡Qué pena tan grande, amor mío!
    Porque no hay berrinche más grande
    Que aquel autoreproche.

    Seguiré contando hasta diez,
    Aunque dicen que el origami sirve de mucho,
    Por otro lado, prefiero el croché.

    Dicen que cuando uno Ama
    Con ese Amor de verdad,
    Mayúsculo,
    Es imposible no enojarse con uno mismo,
    Con monstruos en la sala,
    Ejercicios cínicos
    Y Despechos despechados.

    Después de todo,
    Quien no haya sentido la irracionalidad en carne propia
Que tire la primera piedra
O sonría engañado
Para siempre.

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